La decisión del presidente de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, de hacer desaparecer el Ministerio de Medio Ambiente, para mayor exactitud, la absorción por parte del Ministerio de Agricultura de la cartera de Medio Ambiente, representa un claro retroceso de las políticas medioambientales a la situación en la que estaban en los años noventa. Su decisión ha sido duramente criticada por las asociaciones ecologistas y nos ha sumido a todos los ciudadanos preocupados por la salud y el medio ambiente en la más absoluta perplejidad. ¿Cuáles pueden ser las razones de esta decisión políticamente incorrecta y duramente criticada?
El nuevo Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, al frente del cual estará la anterior ministra de Agricultura, Elena Espinosa, reúne ámbitos de actuación con intereses claramente enfrentados. Por ejemplo, la conservación del medio marino y la pesca, el delicado asunto del agua y los intereses de los regantes, la agricultura ecológica y la agricultura con productos químicos tóxicos para nuestra salud y el campo, la salud alimentaria y la de nuestro entorno y los alimentos transgénicos. En esta desigual lucha de intereses todos sabemos quien va a ganar, lo que desconocemos aún es cual será el discurso medioambientalmente correcto con el que intentarán justificar sus decisiones.
Cristina Narbona, ex-ministra de Medio Ambiente, se manifestó en la anterior legislatura en múltiples ocasiones en contra de la energía nuclear y Los Verdes recordaron al Presidente su compromiso electoral de un calendario de cierre de las obsoletas centrales nucleares que están en funcionamiento. Ahora Zapatero parece no recordar dicha promesa y dice, en la ambigüedad calculada que le caracteriza, que se seguirá la política europea, cuando sabe que el único acuerdo en la UE es que no haya acuerdo. Mientras, el lobby nuclear está realizando una importante campaña en los medios de comunicación, preparando el terreno para que los políticos puedan tomar decisiones incómodas, que mucho me temo están ya tomadas. Su propósito no es abrir nuevas centrales nucleares; social y económicamente esta opción está descartada. Sus verdaderas intenciones son conseguir una prórroga para las viejas centrales y su argumento es tan claro como falaz: la ineficacia de las renovables y el cambio climático.
La energía nuclear no forma parte de ninguna solución, sino que es parte principal del problema energético y ambiental: cara, no renovable, muy contaminante y muy peligrosa. Y por supuesto muy rentable para las grandes empresas energéticas y como dijo José Santamarta (asesor del Ex-Ministerio de Medio Ambiente) "es el más claro ejemplo de privatización de beneficios y socialización de pérdidas".
No es tampoco un secreto que el proyecto industrial más insostenible del Estado Español, la construcción de una refinería de petróleo en la tierra más fértil y próspera de Extremadura, era juzgado con objetividad y garantía por el anterior equipo del ministerio. Hasta el punto de que Juan Carlos Rodríguez Ibarra, ex-presidente de Extremadura y promotor político del proyecto, llegó a descalificar a su compañera de partido, Cristina Narbona, al decir que su ministerio en este asunto no tenia criterio alguno, sino puro «arbitrismo» y que ella personalmente estaba "mal asesorada".
La jugada por parte del Presidente del Gobierno es doble, nos cargamos un ministerio incómodo para el actual modelo desarrollista y los grupos de poder que lo defienden y sus funciones se asimilan por Agricultura, que es en la actualidad el garante de los intereses de la gran industria biotecnológica, es decir, de los alimentos transgénicos. Baste recordar, en primer lugar, que Elena Espinosa en su anterior etapa apostó por la agricultura industrial y los transgénicos, demostrando así su poca sensibilidad por el medio ambiente, y que en segundo lugar, España es el país con mayor superficie de cultivos transgénicos de toda Europa. El cóctel esta servido.